lunes, 30 de abril de 2012

De profundis: Poesía submarina

Un pintor vive en una diminuta isla en medio del mar y sueña con ser marinero. En sus cuadros retrata inquietantes peces de colores, perturbadoras sirenas de pelo rojo o medusas luminosas de espectros violáceos. Sueña y pinta el mar, mientras su mujer le espera tocando el violonchelo, en esa casa en medio de la inmensidad.


Miguelantxo Prado se atreve con el cine y sus acuarelas cobran movimiento y sonido. Es una historia sin diálogo, en la que la música y las imágenes hablan por si solas, cine de animación para adultos con trazos de videoarte, plagada de guiños a los grandes de la pintura surrealista o metafísica, como René Magritte.


La belleza de esta cinta conmueve y perturba a partes iguales al espectador, en este cuento donde la sirena soñada y el pintor soñador pasean de la mano por las profundidades del mar de las costas gallegas. Así, en este universo peculiar, el fondo del océano se convierte en un inesperado cielo de estrellas de mar de todos los colores, y en el que las mantas rayas son mariposas que no nadan, sino vuelan con elegancia surcando el océano. Una película narrada con un ritmo especial que mantiene una cadencia hipnótica durante toda la cinta.
La tranquiilidad alarmante del océano,  la pertenencia a uno u otro lugar, la vida, el amor y la muerte se entremezclan entre notas de música de la Orquesta Sinfónica de Galicia y nos traen esta pequeña joya con tintes surrealistas y oníricos acerca de las profundidasdes del mar... y del ser humano.

jueves, 19 de abril de 2012

Una mirada al futuro de los festivales de cine

Hoy he tenido la oportunidad de asistir al encuentro sobre el futuro de los festivales de cine que organizaba la Fundación MAPFRE. En estas jornadas se daba cita todo el sector de la cinematografía y distintos profesionales de la programación, la difusión y la financiación de festivales exponían sus opiniones y su mirada crítica sobre el devenir los mismos. Desde José Luis Rebordinos, director del Festival de Cine de San Sebastián, el único A en España, o José Luis Cienfuegos, Director del Festival de cine de Gijón hasta 2011, hasta otras propuestas novedosas como Fimin o TCM Autor y sus respectivos directores. Unas jornadas necesarias y enriquecedoras en esta profesión que debe adaptarse a nuevas circunstancias y seguir adelante. ¿Renovarse o morir?


Perspectivas ante la Globalización: Una visión desde América Latina

La primera mesa estuvo moderada por Marina Díaz, Técnico de Cine del Instituto Cervantes. Como ponentes asistían Sergio Becerra (Ex director de la Cinemateca Distrital de Bogotá), Manuel Ferrari (Coordinador de 4+1 en MALBA), Iván Giroud (Ex Director del Festival de Cine de La Habana) y Bertha Quintero (Directora IDARTES) . En esta charla se abogaba por la necesidad de que cada festival tuviera una razón de ser y criterio de programación diferenciales. Internet se planteaba como parte del futuro de este tipo de certámenes, a través de los cuales se dan a conocer propuestas muy determinadas a las que dificilmente podríamos tener acceso sin la red.

Ante la posible homegenización de cinematografías en este entorno globalizado, Manuel Ferrari opinaba que cuanto más local es una película más internacional es una película. Una paradoja muy real, en la que crítica y público valoran el acercamiento a cinematografías o culturas diferentes como uno de los principales atractivos de estos certámenes. A la hora de acotar cómo un seleccionador extranjero puede reconocer una película local, se hablaba a menudo de criterios un tanto estereotipados e incluso postcolonialistas a la hora de seleccionar o juzgar el concepto local latinoamericano en Europa.

                                                 Fotogramas de películas de Carlos Reygadas para 3 Miradas

Dentro del cine latinoamericano existe un nicho en comunicación y coordinación de sus distintas variantes. La tendencia ha evolucionado de bloque político a proyectos extremadamente individuales, con propuestas tan diferentes como las de  Lucrecia Martel, con más similitudes con el cine asiático que con el hispanoamericano clásico, o las  propuestas íntimistas de Carlos Reygadas. Este nuevo modelo de cine se mueve a dos velocidades: la de los circuitos europeos, a través de los festivales (interesante la relación Festival de Berlín- Cine Mexicano) y las obras que se mueven a nivel local. Todos los presentes coincidían en la necesidad de formación en cine a niños y jóvenes, así como en el requisito de identidad propia de cada festival.

Perspectivas del cine frente a la crisis

En esta mesa se sentaban Susana de la Sierra, Directora del ICAAJosé Luis Rebordinos, Director del Festival de Cine de San Sebastián; Josetxo Cerdán, Director del Festival de Documental Punto de Vista; y  José Luis Cienfuegos, Director del Festival de cine de Gijón de 1995 a 2011. La mesa estaba moderada por Rocío García, periodista especializada en cine del diario El País. La ponencia comenzaba con la reflexión sobre cómo acercar el cine producido en España al público. Una vez más, prima la necesidad de la educación de los públicos en la cultura audiovisual, así como un incremento de la promoción y publicidad de nuestro cine frente a las campañas de las majors.

Inevitablemente entraba en debate el tema de los recortes actuales al ICAA, la Ley de Cine de 2.007 y la diferencia entre las ayudas de mecenazgo y los incentivos fiscales. El otro tema estrella fue sin duda la burbuja de festivales, mencionada ya anteriormente, que se produjo en el inicio de la primera década de nuestro siglo. Este curioso fenómeno que comenzó en 2.001 se produjo a raíz de que numerosos ayuntamientos se apuntaran a la moda de tener su propio festival con alfombra roja. Así, festivales sin identidad propia ni definida, contaban con grandes presupuestos y sin ningún aval, y poco poco fueron desapareciendo. La subasta económica de los títulos pervierte la lógica del mercado y sus tendecias. Hechos como este han desvirtuado el concepto festival en nuestro país y, de nuevo, la educación en la cultura del cine y el audiovisual se convierte en imprescindible.


Un festival es en sí mismo una pequeña empresa. Si los festivales acreditados reciben una media de un 52% de la financiación de organismos públicos, el 48% restante se consigue a través de patrocinadores privados. Una de las misiones principales de un festival es, por tanto, encontrar sponsors y patrocinadores. Los festivales y sus premios, adquieren también una dimensión empresarial como productores, distribuidores y exhibidores, un papel impulsor del cine que genera una potenciación de las redes transnacionales y que generan a su alrededor un mercado en el que es imposible obviar la responsabilidad industrial.

Sobre la dimensión y la concepción del festival, había opiniones encontradas. José Luis Cienfuegos argumentaba que un festival sin alfombra roja es un cineclub con medios, por el prestigio y ruido mediático que actores y directores aportan, y otros abogaban por una especialización en la temática dirigida a difusión y especialización de crítica, público y mercado.

El público de un festival en la era digital

En esta mesa, moderada por Carlos Reviriego, Programador del Festival 4+1, participaron Domingo Corral (Director de TCM Autor), Carlos Heredero (Director de Caimán Cuadernos de Cine) y Juan Carlos Tous (Socio Fundador de Filmin). En esta mesa se planteaba el efecto de la digitalización y las nuevas tecnologías en el cine y en los festivales.

Propuestas como Filmin y TCM Autor, dan cobertura a festivales a los que de otra forma podría resultar casi imposible el acceso para gran parte del público. Estas plataformas, actuarían como un complemento a los festivales de cine tradicionales, que mantienen el caracter imprescindible de evento.


Se planteaba también la problemática de la medición de audiencias y visionados ene stos nuevos medios. My French Film Festival, iniciativa de Filmin, habría contabilizado 1.300.000 espectadores, es decir, de visionados. Ante una cifra tan alta, Tous explicaba que los festivales online duran un periodo mucho más largo de tiempo que un festival tradicional. Si la media de duración de estos es de una semana, un formato como My French Film Festival dura en torno a un mes. Según la Ley del Cine de 2007, cada visionado es visto por 2 personas, lo que supondría un total de 2.600.000 espectadores, teniendo en cuenta que cada uno de estos clicks corresponde solo a una película y no al programa total del festival.

Este tipo de certámenes son imprescindibles en cuanto a que, excepto en Madrid y Barcelona, las salas de exhibición e incluso videoclubs, no recogen la totalidad del mercado sino su parte más comercial. Como ejemplo, una persona que vive en Soria, podría no encontrar ninguna sala en la que proyectaran Melaconlía de Lars Von Trier, cuando la película ganaba el Premio a la Mejor Cinematografía Europea, a pesar de ser información presente no solo en medios especializados, sino también en cualquier informativo o periódico generalista.

En conclusión...

No puede negarse a día de hoy que el único medio para acercar al cine al público es la educación audiovisual, preferiblemente desde la infancia. Aprender a entender y a querer al cine, no solo como emtretenimiento, sino también en una dimensión artística y de expresión, requiere una enseñanza y una cultura audiovisual.

En esta línea, es interesante también, basándonos en este argumento, el concepto de nuevos públicos respecto a niños y adolescentes, a los que hay que dirigir propuestas concretas y pensadas para ellos. Destacan iniciativas como la del Festival de Cine de San Sebastián, con tarifas, instalaciones y programas dirigidas a niños, jóvenes, colegios e institutos.

Por otro lado, los festivales cumplen una misión dentro de la industria y el mercado de impulsores de la cinematografía, una dimensión imprescindible y que abre horizontes. Para conseguir estos esperados resultados, las líneas de identidad y por lo tanto de programación de cada certamen deben estar claramente definidas y diferenciadas, y respetarse entre los distintos certámenes.

Es innegable que el mercado del cine debe renovarse y adaptarse a la era de la digitalización, lo cual no excluye todo lo vivido anteriormente, sino más bien la búsqueda de complementos actualizados, como los festivales online, que completan a los tradicionales, con aforo ilimitado y disponibilidad geográfica global, sin restar su valor al caracter de evento y encuentro de la industria de los tradicionales.

                                                    7 Cajas ganaba el Premio Cine en Construcción en el Festival de Cine de San Sebastián

miércoles, 11 de abril de 2012

Grupo 7: Un thriller sobresaliente con acento sevillano

No voy a negarlo: Alberto Rodríguez es uno de mis directores favoritos del panorama patrio actual. No soy objetiva, no puedo evitarlo. He ido al cine con las expectativas muy altas porque, si El Traje o 7 Vírgenes eran más que interesantes, After deslumbraba. Con esta película, que pasó injustamente desapercibida por las salas en medio de la temporada alta, frente a megacampañas de marketing de majors varias, Rodríguez dejaba claro que se desmarcaba. Se desmarcaba de todos los estereotipos -injustos también en la generalización- del cine español, de las tendencias más clásicas y de cualquier pretensión a medio camino. En After, el guión, la estructura narrativa, el lenguaje de la cámara, esa atmósfera envolvente y las actuaciones de los tres protagonistas, conformaban una película excepcional, repleta de referencias brillantes, con unos personajes complejos y verosímiles en medio de un drama generacional sobre la madurez y las expectativas en la vida. Cuando vi After por primera vez - aún lo recuerdo, haciendo el listado de diálogos con esas vistas estupendas a la Gran Vía- me metí tanto en la película, con esos tres personajes frustrados con una supuesta felicidad enlatada, que tuve que darle al pause y bajar a coger un poco de aire. Pues bien, Grupo 7 no se queda atrás.


Se trata de una película en una línea totalmente diferente, con mucha más acción y diálogo, y de una temática opuesta, el thriller. La película, que comienza en el año 87 en Sevilla, cuenta la historia de un grupo de 4 policías, el Grupo 7, que se encarga de limpiar las calles sevillanas de yonkis y camellos de cara a la Expo 92. El elenco lo encabezan Mario Casas, en el papel de Ángel y Antonio dela Torre, como Rafa. Joaquín Núñez, José Manuel Poga, Inma Cuesta y Julián Villagrán completan el repartoA lo largo de los 5 años que refleja la película, vemos la evolución de los componentes del grupo. Como Ángel, el novato con principios que cambian ante una realidad desoladora, o Rafa, ese policía de vuelta de todo y al que persigue el recuerdo de un hermano yonki que intenta enmendar de distintas maneras.

La película engancha desde el minuto cero, con un montaje que combina imágenes de archivo de la época, ambiente ochentero cañí y una historia muy ágil. Las secuencias de acción son estupendas, verosímiles, bien planificadas y sin excesos. Lo mejor de esta película es que, muy en la línea de Rodríguez, no juzga, solo muestra. Entre la policía y los traficantes no se plantea una diferenciación de buenos y malos. Todos juegan en la misma liga y todos buscan sacar el mayor partido posible a su posición. La trama se centra en los métodos que utilizaba el grupo, en el mirar hacia otro lado de la jerarquía policial,  en la evolución de la ciudad y, en la de los propios personajes. Las últimas secuencias de acción y el final trepidante, me dejaron apabullada en la butaca.


De nuevo se nota la mano de Rafael Cobos, con quien Rodríguez ya trabajó en 7 Vírgenes y After,  en un guión muy eficaz y si artificios. Los personajes cambian a medida que su fama - y sus egos - crecen y, en paralelo, la situación se recrudece en los ambientes más marginales. Destacaría también el trabajo de Alex Catalán, con una fotografía impecable de nuevo. Una película con la que Alberto Rodríguez vuelve a desmarcarse, antídoto infalible para los prejuiciosos de nuestro cine. Y no digo más, que se me escapan los spoilers! Para no perdérsela.

miércoles, 4 de abril de 2012

Dogville:Homo homini canis

Ayer me desmayé. No es broma. Llevo años con vértigos diagnósticados, pero hacía mucho que no tocaba el suelo. Será el cansancio, el exceso de vida social, los nervios de una nueva etapa laboral, el estrés...Pero hay un hecho innegable: me caí redonda inmediatamente después de ver Dogville. Muy sospechoso. Esto se merece un post.


De todos es sabido que el polémico Lars Von Trier, creador del cine dogma, tiene una rara habilidad para conseguir mostrarnos el lado más ruín e inmundo de la raza humana. Pocos directores lo consiguen. Puede que Haneke se le aproxime, Lauzon lo rozaba con Leolo, pero, ciertamente, es dificil explicar la inquietud y el espanto que el danés produce en el espectador. Todos somos Grace -Nicole Kidman- y todos somos Dogville. Es algo inherente a la condición humana y, por ende, algo aterrador.


Esta película, con una puesta en escena teatral brechtiana - que muestra una visión de distintas acciones en paralelo en un mismo momento y aleja al espectador de cualquier distracción de la trama- habla de límites. De los límites en la bondad. No hay personajes estrictamente buenos, por decirlo de algún modo. Algunos tienen los límites más holgados que otros, pero todos sin excepción -víctima incluida- tienen esa cara B, esa cara oscura, hipócrita y miserable que aparece, antes o después, en situaciones más o menos extremas.

Welcome to Dogville (Spoilers!)

La historia comienza con la llegada de una bella desconocida a Dogville, un pequeño pueblo de las montañas. Grace llega huyendo de unos peligrosos gangsters y se encuentra con Tom, el filósofo local. Tom se ofrece a ocultarla en Dogville y le propone al resto de la comunidad aceptar a Grace dentro del grupo y, con ello, dejar de pensar solo en si mismos y aprender a recibir. La película se divide en 9 capítulos o 9 actos si la consideramos una obra de teatro filmada. En asamblea, a Grace se le conceden 2 semanas de estancia, tras las que el pueblo votará su permanencia en Dogville. Durante este periodo, Grace se dedicará a intentar integrarse en la comunidad ayudando a sus habitantes en sus tareas. Como nadie "necesita" nada, Grace les propondrá hacer lo que ellos harían si tuvieran más tiempo. Transcurridas las 2 semanas, la comunidad la acepta unánimemente con los brazos abiertos.


Pasados unos meses, la policía llega a Dogville en busca de Grace. En paralelo, las ayudas de Grace se han convertido en obligaciones y, lo más importante, ella no es aún un miembro del grupo, ya que su situación, sus derechos y sus obligaciones siguen siendo decididas por el resto de los habitantes de Dogville, sin tener ella derecho a tomar partido alguno. Al sentirse en peligro por la presencia ilegal de Grace, la comunidad decide ponerle precio a ese supuesto riesgo, y aumenta las obligaciones de la protagonista a la vez que reduce progresivamente sus derechos, como compensación al riesgo mencionado.

La cara B

Dogville es el poder. La perversión que entraña en los hombres. La tiranía aplicable a cualquier grupo, organización o forma de gobierno. El poder total sobre el destino de alguien y la dependencia servil del que no tiene opción, esa especie de síndrome de Estocolmo. Hay almas esclavizadas que agradecen tanto los favores recibidos que se estrangulan con la cuerda de la gratitud, que dijo Nietzsche.


Tras la llegada de la policía y una nueva asamblea, Grace se convierte en una esclava de todos los habitantes de Dogville. Primero son el doble de tareas. Después el no recibir ningún pago por ellas. Y después comienza el infierno. Grace se ha convertido en la esclava oficial de la comunidad y víctima de todas las críticas. La comunidad alega dos argumentos principales: el agradecimiento sin límites que suponen debe tener Grace hacia ellos por haberla "salvado" y "aceptado" en su comunidad por una parte, y el ya mencionado peligro de acoger a una fugitiva escondida entre ellos por la otra. Estos dos argumentos son un cheque en blanco a su favor, que incluye todo tipo de vejaciones y torturas psicológicas.

Otro punto interesante de Dogville es la revisión de la doble moral cristiana. Dogville transcurre en EE.UU, como parte de una trilogía del danés, pero podría suceder en cualquier lugar de occidente. Principios como el respeto, el estoicismo o la compasión se diseccionan en cada uno de los habitantes de esta comunidad.

 La única opción de Grace es huir. Incluso con la policía y los gangters buscándola por todo el condado. Sin embargo y, a pesar del enorme riesgo que entraña su presencia en esta pequeña población, los habitantes de Dogville no la permiten escapar. Con su huida se acabaría el riesgo, pero también el beneficio al que no están dispuestos a renunciar.

Lo que no esperan es que cuando  Tom, el "enamorado" de Grace, quizá el más hipócrita de todos, el que mira para otro lado ante la injusticia patente, decide entregarla a su suerte, sea Dogville el que queda condenado. La víctima se convierte en verdugo, con la misma crueldad con la que ellos han actuado con ella. El ojo por ojo resumido en una de las frases finales: Al final de la calle hay un familia con niños. Que los maten primero y que la madre lo vea. Que los maten uno a uno y que le digan que pararán si puede controlar las lágrimas. Le debo eso.

Obra maestra. 10 de 10. Un examen del ser humano desde la psicología, la antropología y la sociología. Una revisión de la naturaleza humana que, años después y conociendo el desenlace, ha conseguido dejarme KO en el sentido literal del término.

 
*Imprescindible ver la segunda película de esta trilogía, Visiones de América: Manderlay. **Imprescindible en otra línea la última -y fascinante- obra de Trier, Melancolía.

lunes, 2 de abril de 2012

The ides of mach: ¿Qué hay de nuevo?

Parece ser que la palabra "Idu" es un término romano que hace referencia al día 15 del mes de marzo. Guárdate de los Idus de marzo fue lo que le dijo el profeta a Julio Cesar antes de ser asesinado a puñaladas víctima de una conspiración. Y de eso es de lo que trata esta cinta: de traición, de conspiración y de asesinatos a puñaladas...Aunque en los asesinatos políticos de hoy solo muera la reputación y las puñaladas sean metafóricas. Bienvenidos al mundo de la consultoría.


La película, dirigida por George Clooney, cuenta la historia de Stephen Meyers -Ryan Gosling- como número dos del equipo de prensa de Mike Morris -Clooney-, un prometedor candidato del Partido Demócrata en las primarias. A lo largo de la campaña en Ohio, el idealismo inicial de Gosling va trasformándose en cinismo, a la par que Clooney deja de ser el político de principios para ser el político ganador. El equipo de campaña está liderado por Philip Seymour Hoffman y en el reparto encontramos secundarios de lujo como Marisa TomeyPaul Giamatti o Evan Rachel Wood.

En la trasera de la política, donde los gobiernos no se conforman de ideologías, sino de estrategia de marketing, Gosling tendrá que lavar los trapos sucios de Clooney primero y enfrentarse a la realidad de su trabajo y su entorno inmediatamente después. Gosling se defiende de sus propios idus y transforma su idealismo en ambición en un jaque mate quizá demasiado evidente, en el que sus enemigos se quedan tan atrás como su propia ética.


La película es correcta, sin más. No cuenta nada que no sepamos. Bajo mi punto de vista, la cinta peca de una excesiva solemnidad e inexpresión de guión e interpretaciones. Gosling está, en su línea, demasiado frío e inexpresivo, igual que en este caso Clooney y Wood, y son los secundarios como  Hoffman, Giamatti y Tomey los que le dan temperatura a la historia.

Interesante ver, una vez más, a jefes de prensa, consultores y medios, fabricando políticos y principios empaquetados en serie y listos para consumir.