viernes, 10 de agosto de 2012

The Dark Knight Rises -o cómo comerme mis palabras con patatas-

No soy seguidorá de Batman y reconozco que solo fui al cine para acompañar a una amiga -Una de esas amigas que si te piden que vayas a ver Batman pues vas a ver Batman y punto-. No es que no me gusten los cómic -que me encantan-, es que siempre le he tenido manía a Bruce Wayne. Será porque en mi adolescencia tocaban las pelis de Batman teenagers dirigidas por Joel Schumacher y, ya con 12 años, me parecían un tostón sin pies ni cabeza. Será porque cuando me hice mayor, la idea de que un señor se disfrazara de muerciélago -capa incluida-, tuviera una batcueva en el sótano de casa - batcueva?? WTF??-  y se creyera en potestad de ejercer obsesivamente la justicia por libre, me parecían claros indicios de perturbación mental. Ya para la época de Burton, mi interés por Batman se reducía a mi absoluto desinterés por Batman.

Pues bien, esto es otra cosa. Nada que ver. No es una peli de superhéroes al uso -ni al desuso-.  Al final, Nolan es Nolan. The Dark Knight Rises es una teoría sobre filosofía, la de un individuo y la de una sociedad, una película sobre el terrorismo y una descripción de los comportamientos de la población en situaciones de anarquía, en un golpe de estado en un universo oscuro.



El Bruce Wayne de Chrisitan Bale es fascinante en sus propias debilidades, en su versión de Batman y en su versión de millonario excéntrico. Cuando no hay nada que perder los hombres pierden el miedo a la muerte. Y cuando los hombres le pierden el miedo a la muerte, la vida se para. No hay razones para afeitarse cada mañana ni para dar ese salto que le sacará de las prisión más oscura del mundo. Interesante metáfora la de saltar sin cuerda.

Todos los personajes están bien construidos. Algunos de una forma un poco inocente, propia del mainstream, pero verosimiles y acertados para esta propuesta, como la Catwoman redimida a base de confianza de Anne Hathaway. Espectacular ella en su actuación de ladrona sin escrúpulos.

El personaje de Bane, Tom Hardy, con esa voz característica que pone los pelos de punta, encarna perfectamente la maldad del super villano que, al igual que Batman,  tampoco cree en nada ni encuentra sentido a nada, aunque él elige la venganza como respuesta. ÉL es la a Liga de las sombras, el terrorismo de estado, con la pretensión añadida de llevar a las personas a límites - similares a los de un campo de concentración cualquiera- con un final para ellos escrito de antemano. Sus discrusos, apoyados en consignas demagogas que se alimentan de las medias verdades populistas del último siglo, son quizá más flojos de lo que podrían ser. De nuevo otra consecuencia del efecto taquillazo, pero también perdonable en este conjunto estupendo.


Las actuaciones del elenco de actores son soberbias, no era para menos con Gary Oldman, Morgan Freeman, Michael Caine o Joseph Gordon-Levitt. Sin duda, Marion Cotillard es la que peor parada sale a este nivel.

A veces se echa de menos algún golpe de efecto más, en la línea del tipo de terrorismo que la cinta plantea, como en el estadio, que al final se queda un poco light para la tensión que consigue la escena. La parte final de la cinta, con Wayne de vuelta en la ciudad, es magnífica. La tensión de la guerra en las calles de Gotham conduce a un climax con final con giro incluido propio del mejor cine, en vesión blockbuster



Una cinta comercial para un abanico de público infinito, pero dirigida por Nolan, lo que lleva inherente un "ir mucho más allá" de los convencionalismos de este tipo de cine, en estructura, en la profundidad de los temas y personajes y en la oscuridad de ese universo corrupto que siempre ha sido Gotham.

Voy a ver The Dark Knight para escribir con más conocimiento de causa (si, ahora me doy cuenta de que tenía que haberla visto ya). ¡Peliculón para estos calores veraniegos!


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