miércoles, 11 de abril de 2012

Grupo 7: Un thriller sobresaliente con acento sevillano

No voy a negarlo: Alberto Rodríguez es uno de mis directores favoritos del panorama patrio actual. No soy objetiva, no puedo evitarlo. He ido al cine con las expectativas muy altas porque, si El Traje o 7 Vírgenes eran más que interesantes, After deslumbraba. Con esta película, que pasó injustamente desapercibida por las salas en medio de la temporada alta, frente a megacampañas de marketing de majors varias, Rodríguez dejaba claro que se desmarcaba. Se desmarcaba de todos los estereotipos -injustos también en la generalización- del cine español, de las tendencias más clásicas y de cualquier pretensión a medio camino. En After, el guión, la estructura narrativa, el lenguaje de la cámara, esa atmósfera envolvente y las actuaciones de los tres protagonistas, conformaban una película excepcional, repleta de referencias brillantes, con unos personajes complejos y verosímiles en medio de un drama generacional sobre la madurez y las expectativas en la vida. Cuando vi After por primera vez - aún lo recuerdo, haciendo el listado de diálogos con esas vistas estupendas a la Gran Vía- me metí tanto en la película, con esos tres personajes frustrados con una supuesta felicidad enlatada, que tuve que darle al pause y bajar a coger un poco de aire. Pues bien, Grupo 7 no se queda atrás.


Se trata de una película en una línea totalmente diferente, con mucha más acción y diálogo, y de una temática opuesta, el thriller. La película, que comienza en el año 87 en Sevilla, cuenta la historia de un grupo de 4 policías, el Grupo 7, que se encarga de limpiar las calles sevillanas de yonkis y camellos de cara a la Expo 92. El elenco lo encabezan Mario Casas, en el papel de Ángel y Antonio dela Torre, como Rafa. Joaquín Núñez, José Manuel Poga, Inma Cuesta y Julián Villagrán completan el repartoA lo largo de los 5 años que refleja la película, vemos la evolución de los componentes del grupo. Como Ángel, el novato con principios que cambian ante una realidad desoladora, o Rafa, ese policía de vuelta de todo y al que persigue el recuerdo de un hermano yonki que intenta enmendar de distintas maneras.

La película engancha desde el minuto cero, con un montaje que combina imágenes de archivo de la época, ambiente ochentero cañí y una historia muy ágil. Las secuencias de acción son estupendas, verosímiles, bien planificadas y sin excesos. Lo mejor de esta película es que, muy en la línea de Rodríguez, no juzga, solo muestra. Entre la policía y los traficantes no se plantea una diferenciación de buenos y malos. Todos juegan en la misma liga y todos buscan sacar el mayor partido posible a su posición. La trama se centra en los métodos que utilizaba el grupo, en el mirar hacia otro lado de la jerarquía policial,  en la evolución de la ciudad y, en la de los propios personajes. Las últimas secuencias de acción y el final trepidante, me dejaron apabullada en la butaca.


De nuevo se nota la mano de Rafael Cobos, con quien Rodríguez ya trabajó en 7 Vírgenes y After,  en un guión muy eficaz y si artificios. Los personajes cambian a medida que su fama - y sus egos - crecen y, en paralelo, la situación se recrudece en los ambientes más marginales. Destacaría también el trabajo de Alex Catalán, con una fotografía impecable de nuevo. Una película con la que Alberto Rodríguez vuelve a desmarcarse, antídoto infalible para los prejuiciosos de nuestro cine. Y no digo más, que se me escapan los spoilers! Para no perdérsela.

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