jueves, 19 de abril de 2012

Una mirada al futuro de los festivales de cine

Hoy he tenido la oportunidad de asistir al encuentro sobre el futuro de los festivales de cine que organizaba la Fundación MAPFRE. En estas jornadas se daba cita todo el sector de la cinematografía y distintos profesionales de la programación, la difusión y la financiación de festivales exponían sus opiniones y su mirada crítica sobre el devenir los mismos. Desde José Luis Rebordinos, director del Festival de Cine de San Sebastián, el único A en España, o José Luis Cienfuegos, Director del Festival de cine de Gijón hasta 2011, hasta otras propuestas novedosas como Fimin o TCM Autor y sus respectivos directores. Unas jornadas necesarias y enriquecedoras en esta profesión que debe adaptarse a nuevas circunstancias y seguir adelante. ¿Renovarse o morir?


Perspectivas ante la Globalización: Una visión desde América Latina

La primera mesa estuvo moderada por Marina Díaz, Técnico de Cine del Instituto Cervantes. Como ponentes asistían Sergio Becerra (Ex director de la Cinemateca Distrital de Bogotá), Manuel Ferrari (Coordinador de 4+1 en MALBA), Iván Giroud (Ex Director del Festival de Cine de La Habana) y Bertha Quintero (Directora IDARTES) . En esta charla se abogaba por la necesidad de que cada festival tuviera una razón de ser y criterio de programación diferenciales. Internet se planteaba como parte del futuro de este tipo de certámenes, a través de los cuales se dan a conocer propuestas muy determinadas a las que dificilmente podríamos tener acceso sin la red.

Ante la posible homegenización de cinematografías en este entorno globalizado, Manuel Ferrari opinaba que cuanto más local es una película más internacional es una película. Una paradoja muy real, en la que crítica y público valoran el acercamiento a cinematografías o culturas diferentes como uno de los principales atractivos de estos certámenes. A la hora de acotar cómo un seleccionador extranjero puede reconocer una película local, se hablaba a menudo de criterios un tanto estereotipados e incluso postcolonialistas a la hora de seleccionar o juzgar el concepto local latinoamericano en Europa.

                                                 Fotogramas de películas de Carlos Reygadas para 3 Miradas

Dentro del cine latinoamericano existe un nicho en comunicación y coordinación de sus distintas variantes. La tendencia ha evolucionado de bloque político a proyectos extremadamente individuales, con propuestas tan diferentes como las de  Lucrecia Martel, con más similitudes con el cine asiático que con el hispanoamericano clásico, o las  propuestas íntimistas de Carlos Reygadas. Este nuevo modelo de cine se mueve a dos velocidades: la de los circuitos europeos, a través de los festivales (interesante la relación Festival de Berlín- Cine Mexicano) y las obras que se mueven a nivel local. Todos los presentes coincidían en la necesidad de formación en cine a niños y jóvenes, así como en el requisito de identidad propia de cada festival.

Perspectivas del cine frente a la crisis

En esta mesa se sentaban Susana de la Sierra, Directora del ICAAJosé Luis Rebordinos, Director del Festival de Cine de San Sebastián; Josetxo Cerdán, Director del Festival de Documental Punto de Vista; y  José Luis Cienfuegos, Director del Festival de cine de Gijón de 1995 a 2011. La mesa estaba moderada por Rocío García, periodista especializada en cine del diario El País. La ponencia comenzaba con la reflexión sobre cómo acercar el cine producido en España al público. Una vez más, prima la necesidad de la educación de los públicos en la cultura audiovisual, así como un incremento de la promoción y publicidad de nuestro cine frente a las campañas de las majors.

Inevitablemente entraba en debate el tema de los recortes actuales al ICAA, la Ley de Cine de 2.007 y la diferencia entre las ayudas de mecenazgo y los incentivos fiscales. El otro tema estrella fue sin duda la burbuja de festivales, mencionada ya anteriormente, que se produjo en el inicio de la primera década de nuestro siglo. Este curioso fenómeno que comenzó en 2.001 se produjo a raíz de que numerosos ayuntamientos se apuntaran a la moda de tener su propio festival con alfombra roja. Así, festivales sin identidad propia ni definida, contaban con grandes presupuestos y sin ningún aval, y poco poco fueron desapareciendo. La subasta económica de los títulos pervierte la lógica del mercado y sus tendecias. Hechos como este han desvirtuado el concepto festival en nuestro país y, de nuevo, la educación en la cultura del cine y el audiovisual se convierte en imprescindible.


Un festival es en sí mismo una pequeña empresa. Si los festivales acreditados reciben una media de un 52% de la financiación de organismos públicos, el 48% restante se consigue a través de patrocinadores privados. Una de las misiones principales de un festival es, por tanto, encontrar sponsors y patrocinadores. Los festivales y sus premios, adquieren también una dimensión empresarial como productores, distribuidores y exhibidores, un papel impulsor del cine que genera una potenciación de las redes transnacionales y que generan a su alrededor un mercado en el que es imposible obviar la responsabilidad industrial.

Sobre la dimensión y la concepción del festival, había opiniones encontradas. José Luis Cienfuegos argumentaba que un festival sin alfombra roja es un cineclub con medios, por el prestigio y ruido mediático que actores y directores aportan, y otros abogaban por una especialización en la temática dirigida a difusión y especialización de crítica, público y mercado.

El público de un festival en la era digital

En esta mesa, moderada por Carlos Reviriego, Programador del Festival 4+1, participaron Domingo Corral (Director de TCM Autor), Carlos Heredero (Director de Caimán Cuadernos de Cine) y Juan Carlos Tous (Socio Fundador de Filmin). En esta mesa se planteaba el efecto de la digitalización y las nuevas tecnologías en el cine y en los festivales.

Propuestas como Filmin y TCM Autor, dan cobertura a festivales a los que de otra forma podría resultar casi imposible el acceso para gran parte del público. Estas plataformas, actuarían como un complemento a los festivales de cine tradicionales, que mantienen el caracter imprescindible de evento.


Se planteaba también la problemática de la medición de audiencias y visionados ene stos nuevos medios. My French Film Festival, iniciativa de Filmin, habría contabilizado 1.300.000 espectadores, es decir, de visionados. Ante una cifra tan alta, Tous explicaba que los festivales online duran un periodo mucho más largo de tiempo que un festival tradicional. Si la media de duración de estos es de una semana, un formato como My French Film Festival dura en torno a un mes. Según la Ley del Cine de 2007, cada visionado es visto por 2 personas, lo que supondría un total de 2.600.000 espectadores, teniendo en cuenta que cada uno de estos clicks corresponde solo a una película y no al programa total del festival.

Este tipo de certámenes son imprescindibles en cuanto a que, excepto en Madrid y Barcelona, las salas de exhibición e incluso videoclubs, no recogen la totalidad del mercado sino su parte más comercial. Como ejemplo, una persona que vive en Soria, podría no encontrar ninguna sala en la que proyectaran Melaconlía de Lars Von Trier, cuando la película ganaba el Premio a la Mejor Cinematografía Europea, a pesar de ser información presente no solo en medios especializados, sino también en cualquier informativo o periódico generalista.

En conclusión...

No puede negarse a día de hoy que el único medio para acercar al cine al público es la educación audiovisual, preferiblemente desde la infancia. Aprender a entender y a querer al cine, no solo como emtretenimiento, sino también en una dimensión artística y de expresión, requiere una enseñanza y una cultura audiovisual.

En esta línea, es interesante también, basándonos en este argumento, el concepto de nuevos públicos respecto a niños y adolescentes, a los que hay que dirigir propuestas concretas y pensadas para ellos. Destacan iniciativas como la del Festival de Cine de San Sebastián, con tarifas, instalaciones y programas dirigidas a niños, jóvenes, colegios e institutos.

Por otro lado, los festivales cumplen una misión dentro de la industria y el mercado de impulsores de la cinematografía, una dimensión imprescindible y que abre horizontes. Para conseguir estos esperados resultados, las líneas de identidad y por lo tanto de programación de cada certamen deben estar claramente definidas y diferenciadas, y respetarse entre los distintos certámenes.

Es innegable que el mercado del cine debe renovarse y adaptarse a la era de la digitalización, lo cual no excluye todo lo vivido anteriormente, sino más bien la búsqueda de complementos actualizados, como los festivales online, que completan a los tradicionales, con aforo ilimitado y disponibilidad geográfica global, sin restar su valor al caracter de evento y encuentro de la industria de los tradicionales.

                                                    7 Cajas ganaba el Premio Cine en Construcción en el Festival de Cine de San Sebastián

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